martes, 31 de enero de 2012

decimoquinto - yacer con la madre





ignoro los motivos
sólo sé
que antes 
de arrancarse los ojos
edipo ya era ciego




decimocuarto - derribar al padre



los muros viejos no
resisten a los vientos
ni al salitre del mar
ni a la ciega
persistencia de la lluvia
ni al azote del sol
ni al polvo
de los años
ni a la niebla
ni a la hiedra obstinada
que corroe
la argamasa y la piedra
los muros viejos no
resisten la peor
enfermedad
el mal de la vejez







decimotercero - derribar la noche






hay veces que la noche
te sorprende
a mitad de camino
sin saber qué ha pasado
y la noche
que ciega los instintos
mete el miedo en el cuerpo
y todo lo transforma
te vuelve como un niño
y huyes despavorido
tropezando con todo
lo que te sale al paso
y en tu loca carrera
pisoteas las flores
asustas a los gatos
rasgas tus vestiduras
y ya dentro de casa
protegido por cuatro
paredes de papel
observas que la noche
sólo es oscuridad
y que no hay lobos
ni brujas ni fantasmas
solamente tu miedo
que te ha vuelto a jugar
una mala pasada

                       






jueves, 19 de enero de 2012

decimosegundo derribo




sentirse derribado
nunca fue lo peor
porque quedaban fuerzas
para levantarse
del suelo
escupir el polvo
la sangre
los dientes rotos
y volver a intentarlo
esta vez
es distinto
al caer
he sentido
el chasquido
de los huesos
la vista se me nubla
y el populacho pide 
mi cabeza
esta vez el pulgar
tal vez señale 
en dirección al suelo
tal vez en esta arena
se escriba mi epitafio







domingo, 1 de enero de 2012

decimoprimer derribo



que podamos salir
de las trincheras
desarmados
pero no cautivos
nunca temerosos
a pecho descubierto
a recoger las flores
de un año sin dolor
sin enemigos
ni sangre
ni traiciones
que todo se resuelva
con palabras
deletreando con sinceridad
que no tengamos nada
                                       que esconder
que se acabe
por fin el desconcierto
que llueva agua de lluvia
para todos
(incluso para ellos)