jueves, 22 de agosto de 2013

décimo nono






el día que cumplí
doscientos años
desnudo y aturdido
como un viejo parásito
cuyo huésped ha muerto
derribé todo atisbo
de esperanza
por suerte
los insectos
carecemos
de dignidad 
y apego
por las cosas
dicen que hay
otros mundos
que nacieron
para ser derribados
como éste
como todos los mundos
posibles y pensables
donde viven y mueren
los poetas
y los otros parásitos
cumplidos los doscientos
el mundo es de las cabras
de los bueyes
de los cerdos que vuelan
de los piojos
y de los enemigos 
que nacieron
para derribarnos
para ser derribados











decimoctavo en la espera






A fuerza
de esperar
que todo cambie
que el mundo se arrodille
que llueva el incesante maná de los dioses
tu piel se ha derribado
lentamente
urdías en la sombra
de la celda
planes de destrucción masiva
toda clase
de venganzas pequeñas
y de grandes infamias
derríbalo gritabas
alto y claro
y siempre para adentro
mientras el desconocido
de la litera de arriba
se masturbaba
y gruñía como un cerdo
derríbalo
y el cerdo
que ya ronca
tranquilo
y ahora
este calor 
de las afueras
que no deja
dormir
y los gatos
bufando y arañando
por un rincón 
del patio
derríbalo
no dejes nada en pie
y todo cae al fin
sin que hayas
movido
un solo dedo










décimo séptimo tácito






echar abajo las puertas
para que todos entren sin llamar
hasta la cocina
hasta los intestinos de la casa
no importa que se coman
las sobras de la cena
no importa
que traigan barro en sus botas
que hablen de la noche
que ocupen tu lugar en el sofá
que te arrebaten el mando
a distancia
no importa que se sienten
entre la escasez
y los escombros
tú derriba las puertas
ellos derribarán tu voluntad